lunes, 19 de julio de 2010

Hola Mi Nombre!

Era la noche en que un amigo, que triunfando en España, hacia su presentación en éstas tierras...
Afuera lluvia, viento y frío polar... En casa calentita, bajo la manta térmica, con el control en la mano y mucha pereza... La hora se acercaba. Interrumpí mi rutina de domingo, me tiré de la cama, arregle como pude mi cabello (no tuve la previsión de pasar el día anterior por la peluquería), maquille mi rostro y me vestí para la ocasión. Sin conseguir acompañante partí.

Fui a la parada y me entretuve (en su momento me enfurecí, ahora queda más lindo decir que me entretuve) con mi paraguas que se daba vueltas con el viento, mi peinado se desvaneció... finalmente llegó el bondi.
Le pedí al guarda que me avisara la parada más cercana al antro.
Iba conversando por mi teléfono móvil, cuando mi escaso sentido de la ubicación geográfica me indica que era la parada que debía bajarme, miro al guarda, esta dormido!.
Camine varias cuadras y como era de esperarse mi escaso sentido de ubicación es escaso, simplemente confirmación, me había bajado una parada antes, eso significa que camine 3 cuadras más de la que debía bajo la lluvia.
Pregunte al único vecino que vi en la cerrada noche por la dirección a la que iba, amablemente me guió, nuestras voces retumbaban en la noche.

Al dar con el bar, o eso debería ser, por fuera estaban las persianas cerradas, las cortinas bajas, no había gente fumando en la vereda, ni multitud de autos parados en las inmediaciones... Verifique el cartel y con miedo abrí la puerta; para mi sorpresa, mi amigo estaba paradito a medio metro de ella solito con su guitarra cantando. No eran más de 10 personas quienes apreciaban el show, todos amontonaditos en un sector del antro, como queriendo darse calor mutuo y haciendo bulto para que no quedasen blancos en la foto, ni en la mirada del artista.

Al entrar me dió mucha vergüenza, pues tuve que pasar por el costado del artistas, tapando a todo el público arrinconada sobre ese costado.
La puerta hizo ruido. Me tire de cabeza al lugar que encontré, en la mesa de otra persona, que luego resulto estar acompañada.
La puerta a los minutos de mi entrada se abrió sola, juro que la cerré bien.

Cuando me fui a sentar el espacio era tan pequeño que en el respaldo de la silla no cabía el paraguas y mi cartera. El paraguas cayo primero, lo levante, inevitable no hacer ruido, cayó luego la cartera, el ruido fue doble. Finalmente decidí ocupar la otra silla que estaba disponible para colocar mis petates.

Mi amigo desde el escenario improvisado me sonrió y yo con mucha vergüenza se la retribuí.

Es curiosos, solo yo sé que tengo vergüenza cuando entro a un sitio, siempre me pasa, son un par de minutos, hasta que reconozco con la vista el lugar, logro acomodar mi cuerpo y mente, pero me pone realmente incomoda, de hecho mi rostro esta desencajado en esos primeros minutos, así lo revelan fotografías que me han tomado en esos instantes, en fin, pires propios. Como ha de inferir el lector en esos momentos prefiero pasar desapercibida! Pero con esa sonrisa, dado el reducido espacio y público era obvio que todos se dieron cuenta que había llegado.

Cuando llego el acompañante de mi compañera de mesa, (por no decir la mesa que ocupe sin permiso) y vi que le dió terrible chupón, me agarro por sorpresa y en el medio no se me ocurrió nada mejor que decirles con permiso y perdón, ya estaba sentadita y no pensaba mover mi humanidad de allí.

Me acerque a la barra para pedir un trago, algo rápido, me servia y volvía a sentarme... -Una grapa miel, tenes?-, le dije al dependiente, a lo que éste respondió con una larga explicación en la que pretendía justificarse, me contó que ayer había sido el cumpleaños del boliche, que todos lo habían dejado clavado, que habían pensando en suspender la fecha pero no querían dejar plantado al artista y que se yo cuanta cosa más, le pedí que me ofreciera algo a tono para la noche fría, y repaso las bebidas que no tenia, así que le dije que me indicará que le quedaba, yo solo pretendía que me sirviera algo para entretenerme y volver a mi silla buscando camuflarme con el público, mi baylis llegó y fui feliz. Me dispuse a saborearlo, haciéndolo mi compañía, a la que sume mi gran amiga la cámara fotográfica, que hace ruido al encenderse, disparar y cuando se queda sin pilas... Estaba haciéndose cada vez más difícil pasar desapercibida.

El lugar se estaba poblando cada vez más y por suerte la puerta se volvió a abrir detrás de otros, ya no me sentía asediada por ella.

En un momento de su show mi amigo me miro y dijo "Hola Mi Nombre"!, cartón lleno.

Cuando terminó el toque fuí a saludarlo, para ese entonces todos sabían que estaba ahí y hasta mi nombre. Me presento al padre, a quien ya conocía de tiempo a tras, pero se ve que él no se acordaba mucho y quiso preguntarme cual era mi vinculación con su hijo, pero para llegar a eso me hizo toda una entrevista de mi vida y obra, que con voz ronca y alta transmití en cadena abierta para todos los presentes. Termino la entrevista, le dije que mañana debía madrugar y huí, sin siquiera volver a saludar a mi amigo.  Estuve ahí.



Como era poca la población presente, no tuve mejor idea que llegar a casa y publicarlo en éste blog.-